jueves, 29 de junio de 2017

La Taberna del Duque, un sueño hecho realidad



Corrían por la casa los deliciosos aromas de la comida de su madre Alicia Herrera –graduada de Alta Cocina del afamado cabaret Tropicana-, cuando José Miguel Duquesne descubrió que la cocina sería una pasión para toda la vida.

Primero tomaría otros caminos. Se graduó del Instituto Superior de Diseño, en la especialidad de Diseño Industrial, en 1990. Desde entonces, es artista del Fondo de Bienes Culturales y dedica gran parte de su tiempo creativo a diseñar mobiliario de madera y ambientación de interiores. Una profesión que disfruta y que le ayudó a conquistar su principal sueño: tener su propio restaurante.

De su madre heredó los primeros trucos. “En mi casa se hacía hasta el pan –recuerda Duquesne-. Con solo ocho años de edad yo pelaba papas y sabía cortar bien un bistec. Ella estaba pendiente de mí cuando tenía el cuchillo en la mano”.

Cuenta que sus experimentos culinarios primarios fueron a base de carne de pollo, con ella “hacía maravillas en los tiempos difíciles de Periodo Especial”. Fue en esa época que inventó su primera receta. “La llamé Puré a la Chamberlain”, debido a una película cinematográfica del momento. Incluía algunos vegetales y el pollo hervido, para luego utilizar el caldo en una sopa”, explica.

Con una experiencia acumulada y su pasión siempre presente, aclara Duquesne que finalmente decidió realizar su sueño, también por la insistencia de sus hijas. “Llevaban casi tres años animándome –reconoce-. Entre sus argumentos estaba que si yo había diseñado tantos restaurantes de otras personas, por qué no me decidía a construir el mío”.

Confiesa que lo pensó mucho, pues el trabajo en el taller de madera es complejo y demandante, pero “al final cedí a la idea y me aventuré”.

Surgió entonces el nombre de un lugar que poco a poco ha sumado otros sueños: La Taberna del Duque, donde usted come como un rey y paga como un amigo. “Quise que fuera una taberna porque me gusta lo antiguo y lo clásico. Es una mezcla elegante de modernismo con estilo vintage”.

Complacer al cliente y satisfacer sus expectativas culinarias es el mayor desafío de Duquesne, quien se propone además sorprender con una carta diseñada por él para todos los gustos.

Lo que empezó por el pollo le llevó a que las carnes se convirtieran en su “gran fuerte”, aunque asegura hoy estar muy enfocado en los arroces y en aprender más de las salsas.
En una casa del capitalino barrio de Jesús María, con sede en la calle Águila, entre Misión y Esperanza, nacieron José Miguel Duquesne y su sueño de dedicarse a la cocina.

Quizás de estos nombres –Misión y Esperanza- tomó el diseñador de muebles su entusiasmo, y luego echó a andar en una aventura que tiene de magia y de ingenio. Le invitamos a La Taberna del Duque que es un lugar, una familia, un desafío, un sueño hecho realidad.


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